Foto Cecilia Maletti |
En la segunda
audiencia declararon tres personas que vieron lo que sucedió una vez que Matías
ya había recibido los balazos provenientes del arma reglamentaria del policía
Méndez y cayó de la moto. También declaró el licenciado en criminalística y
especialista en homicidios Enrique Preger, quien exhibió una presentación en la
que detalladamente explicó cómo fue el homicidio por el que se está
desarrollando el debate. Para finalizar comparecieron los testigos de la
defensa: el jefe de la UESPO, el hijo del único imputado y un amigo de él.
Elyzabeth Hernández, mamá de Braian (otra víctima de la violencia institucional
en Neuquén), estaba citada para declarar, pero la jueza María Gagliano
determinó que “son casos distintos” e impidió su testimonio. Mañana se
conocerán los alegatos de las partes.
“El que lo pateaba era Héctor Méndez”
En la primera parte de la segunda audiencia del juicio que
se lleva adelante por el asesinato policial del joven Matías Casas, ocurrido el
22 de julio del 2012, declararon tres personas que pudieron observar lo que
sucedió con la víctima luego de que cayera de la moto tras ser baleado por
Méndez.
Julieta Bravo contó esta mañana que la noche del crimen vio
a Matías en el piso y que “vino un
hombre gordito y empezó a patearle la cabeza”, agregó que “después vinieron
dos más y lo sacaron”, aunque aseguró que “la
policía no hizo nada” y que uniformados estaban revisando al joven
agonizante cuando Méndez actuó así. Dijo que al llegar la ambulancia tardaron
en asistirlo.
Cristian Gerván es el marido de Gisel Cisneros (ver
declaraciones Día
1) y explicó que cuando tomó conocimiento de la situación cruzó la calle y
se acercó a Matías, quien llegó a darle
su celular para que llame a la familia, pero de inmediato la policía le
sustrajo el teléfono impidiendo que cumpliera: “la policía nos corrió”, dijo.
También vio cuando el oficial Héctor
Méndez lo pateaba.
Manuel Obando es vecino de la calle Novella y salió de su
casa ese sábado a la noche alertado por los ruidos. Al salir vio “un
patrullero, a Matías tirado y más allá una camioneta blanca”. El hombre identificó a Héctor Méndez como el que
pateaba al joven en el suelo.
Las pruebas
El perito Enrique Prueger, licenciado en criminalística con
especialización en homicidios, detalló esta mañana el estudio que realizó sobre
el caso basándose en elementos concretos.
Con una minuciosidad destacada y exponiendo con una
presentación de diapositivas, el hombre explicó que la trayectoria de la bala
tuvo una leve inclinación hacia arriba, a diferencia de lo que expresó ayer el
médico forense. Esto se debe a un tercer orificio que estudió, además del de
ingreso y el de egreso al cuerpo: el de la moto. De esta forma, pudo determinar
no solo la dirección en la que recibió el disparo (por su inclinación al
conducirse en la moto), sino también que el primero de los impactos de bala (el
del tobillo) lo recibió mientras se subía al vehículo.
Proeger identificó la distancia desde la que disparó el
policía Héctor Méndez con su arma reglamentaria como de un metro con veinticinco centímetros aproximadamente. También
demostró que los hematomas en su cabeza, resultantes de la autopsia realizada
por el mismo forense Diego Marton (ver declaraciones Día
1), no pudieron haber sido realizados de otra forma que con una patada
proveniente de un calzado de las mismas características que las que el
uniformado usaba el día del crimen.
Lo indefendible
La defensa del único imputado en la causa, ejercida por el
ex policía Carlos Ronda, presentó tres testigos en el juicio. El primero de
ellos fue José Luis Flores, jefe de la Unidad Especial de Servicios Policiales,
con el objetivo de deslegitimar la exposición del licenciado Proeger
argumentando que él “no haría” una reconstrucción de la misma manera en que lo
hizo el especialista.
Los otros dos fueron Enzo Méndez (hijo del policía que
asesinó a Matías) y Matías Cares (amigo del primero). Ambos coincidieron en
haber visto que el joven que resultó víctima la noche del 22 de julio del 2012
le dijo a Enzo que tenía “una bala para tu hermano” y que exhibió “algo
brillante” que identificaron como un revólver. También estuvieron de acuerdo,
por separado, en que esa supuesta amenaza no los atemorizó, sino que siguieron
buscando la fiesta a la que se dirigían antes de cruzarse con Casas y Micaela,
su novia (ver declaración Día
1).
Enzo Méndez contó que ese día había estado en una cancha de
fútbol con su padre y que después fueron a la casa de Fabián Barrionuevo a
comer un asado. Posteriormente, él quería salir con sus amigos (Cares y Nazareno),
pero su madre no lo dejaba por “las cosas que estaban pasando con la gente que
hay en el barrio”, aunque su padre terminó por darle permiso. Luego narró la
situación de supuesta amenaza de Matías Casas y dijo que “le tenía miedo, no
quería acercarme a él”. Contó que al
volver llamó a la policía y le comentó a la madre la situación y su padre lo escuchó
y salió. Minutos después, el joven, Barrionuevo y Cares salieron en su búsqueda,
lo encontraron, siguieron y vieron el “accidente de tránsito”.
Enzo Méndez se
refirió a la situación que su padre había protagonizado como a “un momento de
adrenalina” y no quiso responder más preguntas. Héctor Méndez baleó por la
espalda a Matías Casas, quien murió por desangre, y después le pateó la cabeza
mientras estaba tirado en el piso.
No son casos aislados
La incorporación del testimonio de Elyzabeth Hernández fue
aceptada por la justicia hace varias semanas a pedido de la querella representada
por el Centro de Profesionales de Derechos Humanos. La mamá de Braian, víctima
fatal del Estado con tan solo catorce años de edad, llegó a la sala y tras
sentarse la hicieron salir a pedido del defensor Carlos Ronda, quien planteó que el juez que aceptó que declare se había
confundido creyendo que se trataba de la madre de Matías Casas. La jueza María
Gagliano no hizo lugar a la protesta del abogado del asesino policial Héctor
Méndez e hizo ingresar nuevamente a Ely. Sin embargo, cuando la mujer comenzó a
hablar, fue sacada nuevamente por orden de la magistrada bajo el argumento de
que “son dos casos distintos”.
Sin embargo, ambas víctimas, Matías y Braian, y las
innumerables que hay en todo el país, son parte
de un plan sistemático de exterminio en democracia basado en la criminalización
de la pobreza y de la juventud y concretado con la militarización de los
barrios y el permanente abuso policial en la calle, en las comisarías y en las
cárceles.
Ely Hernández aprovechó la radio abierta que se lleva en el
exterior del edificio para expresar su dolor y su bronca, ampliando lo que
deseaba decir antes de ser censurada por la jueza Gagliano: “la justicia neuquina intenta separar los
casos y no visibilizar la situación que viven los pibes pobres en los barrios,
que son asesinados por la policía. Es la política de este gobierno”.
“Braian nació en el hospital Castro Rendón y murió en el
Castro Rendón. Yo sentí su último respiro en mi rostro, mi hijo se murió en mis brazos por culpa de un milico que le arrebató
la vida”, dijo la mujer: “Braian y
Matías son el mismo, son los hijos de todos”, concluyó.
Este jueves continúan las audiencias en Antártida
Argentina 336. Además, afuera del edificio se lleva adelante una radio abierta
que se transmite por Radio Zona libre y puede seguirse en vivo por esta página.
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